La libertad es un recurso que el
Señor nos ha dado y que no le damos valor si no le tenemos respeto o temor. Si
no tenemos temor de perder dicha libertad, entonces estaremos presos constantemente
en nuestro ser.
Cuando uno visita la cárcel y allí
ves tantas personas sujetas a un sistema estricto de reglas y seguridad, nos
enseñan el valor de la libertad. En mi vida he tenido poca experiencia en cárceles;
pero una de ellas que me marco fue visitar al hermano de mi esposa; después de
el estar dos años presos injustamente, el juez lo descargo; pero ya los años habían
pasado, la libertad de andar y caminar por lugares tranquilos, estar con sus
hermanos, disfrutar del sol en la playa o viajar hacia lugares diferente se habían
quedado en un cuarto bien pequeño, bien angosto, bien escondido en los
pensamientos de sus meditaciones. Me acuerdo como él hablaba del valor de estar
con la familia, del valor de pasar tiempo con sus hermanos, del valor de dejar
las calles y regresar a la iglesia. Saber lo que significa estar preso, nos
lleva a velar por la libertad con esmero y fortaleza.
La libertad es otra promesa que
Dios pone a nuestra disposición. A menudo, cuando estamos luchando con
problemas de pecado en nuestras vidas, estamos confundidos, perdidos y cansados.
Si Dios nos ha liberado del poder del pecado, ¿por qué muchos de nosotros
sentimos que estamos siendo esclavos?
Cuando nos damos cuenta de la
lucha en una área de nuestras vidas en el que continuamente estamos pecando, no
quiere decir que la libertad es imposible. Simplemente revela un área en la que
Satanás nos ha engañado, un área en la que no hemos luchado fervientemente,
esto también revela una creencia de que el pecado reinará con éxito en nuestras
vidas. Mientras permitimos que el engaño siga pasando, nuestras vidas parecen
irremediablemente atraída por el pecado como el metal a un imán.
¿Acaso no saben ustedes que,
cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien
obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la
obediencia que lleva a la justicia. Pero gracias a Dios que, aunque antes
eran esclavos del pecado, ya se han sometido de corazón a la enseñanza que
les fue transmitida. En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora
son ustedes esclavos de la justicia. Hablo en términos humanos, por las
limitaciones de su naturaleza humana. Antes ofrecían ustedes los miembros de su
cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a la maldad; ofrézcanlos
ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad. Cuando ustedes
eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la justicia. ¿Qué
fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a la
muerte! Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al
servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna. Porque
la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 6:16-23)
Pablo nos enseña la espectacular
manera de como funciona nuestra libertad. El problema de muchos de nosotros es
que pensamos que somos libres, y te digo algo, no lo creo!!. Según estos versos
nosotros siempre seremos esclavos, ya se de la justicia para Salvación o del
pecado para la muerte. Entonces me preguntarías, ¿Por qué Cristo dijo que nos hará
verdaderamente libres? Esto es en un sentido eterno, porque estar en Cristo es
ser libre de la muerte, libre de estar eternamente en el infierno, libre de un estilo de vida, libre del deseo egoísta
de Satanás. No pensemos en la libertad tal como nos la han enseñando, pensemos
en ella en pro de la servidumbre. "Pero ahora que hemos sido liberados del
pecado, pongámonos al servicio de Dios, cosechando la santidad que conduce a la
vida eterna" también Cristo dijo "porque mi yugo es fácil y mi carga
ligera" (Mateo 11:30), un yugo porque sea fácil, no deja de ser yugo, y
una carga por ser ligera no deja de ser carga. ¿Por qué entonces luchamos?
porque no nos ponemos dispuesto a servir con todo nuestro ser a la justicia,
porque pensamos que nuestra libertad condicional fue pagada por nuestro
sacrificio, porque tenemos auto-compasión
de nosotros, porque es mas fácil vivir
para mis deleites que vivir para Dios. No tenemos libertad como nosotros
pensamos que la tenemos, somos esclavos de aquel que nos amo. Somos siervos de
Dios, libres pero siervos.
Si, se que suena paradójico, lo sé,
pero créeme que es así.
¿Cuál ha sido tu experiencia
personal con la libertad que Dios trae? ¿te siente libre? ¿O, al menos, te
siente que estás haciendo progreso hacia una mayor libertad? ¿Puedes mirar tu
vida y ver las zonas donde has luchado con el pecado y has obtenido victoria?
¿O sientes que estás pecando ahora más que nunca? ¿Acaso no sientes la
verdadera libertad cuando sirves al Señor? Piensa por un instante, y recuerda
como te sentiste cuando le servías a Dios en una obra equis, ¿acaso no sentías
una tremenda paz?
La verdadera libertad se
experimente en servir con nuestros miembros al Dios altísimo, la libertad viene
de llenar nuestra mente con la palabra de Dios. ¿Quieres ser libre y
verdaderamente libre? Entonces, se esclavo de la justicia, se esclavo de
Cristo, para que experimentes la verdadera libertad.
muy buen articulo!...
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