“Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas,
predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y
cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y
desamparadas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
“A la verdad, la mies es mucha, pero los Obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros
a su mies.”
Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio. Una cosas es predicar y otra es enseñar; aunque estas se parecen mucho, no son iguales, es por esto que la actitud hacia ellas hacen una gran diferencia. Predicar tiene que ver con alguien que habla el mensaje esencial del evangelio, alguien que va a un lugar y habla y no tiene responsabilidad con las personas que escucha, mientras que enseñar toma mas tiempo y es por lo regular mas pausado y mas profundo en el pensamiento pero sobre todo, lo mas esencial de enseñar es que es una actividad habitual a un grupo de personas. Jesús tenia ambas actitudes. Vemos en estos texto que Jesús tenia la costumbre de recorrer todas las ciudades, barrios, provincias, enseñando y predicando, enseñando en la sinagogas y predicando a las personas comunes, para El era algo normal en su vida.
Nosotros muchas veces no tenemos este tipo de responsabilidad y mucho menos este tipo de actitud, solo nos enfocamos en la predicación o evangelización cuando tenemos en nuestro horario el tiempo de hacerlo, no nos enfocamos en que hay que hacer ambas cosas, no solo en el ministerio que estas involucrado, sino en todos los lugares donde caminas. Imagínate si nosotros tuviéramos la actitud de Jesús de enseñar y predicar donde quiera que vamos. Predicar en nuestros trabajos, escuelas, universidades, actividades recreativas, el metro, autobus, carros publicos, taxi, en todo lugar donde nos encontremos. Pero la realidad es que no es así, tenemos esta actividad segmentada en un tiempo especifico, y solo predicamos o enseñamos cuando tenemos "la ropa" de predicar, o sea; hoy tengo actividades en la iglesia o en ministerio, entonces hoy me pongo "la ropa" de enseñar y predicar.
Lo primero a lo que quiero incentivarte es a plantar; planta la semilla incorruptible de la verdad, planta la Palabra de Dios. Pablo le dijo a su discípulo Timoteo que debía cumplir con el ministerio que Dios le había dado; en 2 Timoteo 4:1-2, dice: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. Este es un pedido encarecido de Pablo; me lo imagino insistente en el asunto: "Te pido repetidamente; te lo suplico, hijo, discípulo mío, Timoteo: predica La Palabra. No dejes pasar un día sin predicarla; no permitas que se te escape ninguna oportunidad de plantar la semilla incorruptible de verdad, no dejes de ser igual a Jesús". El predicar, redargüir, reprender, exhortar, instruir, enseñar, capacitar, mostrar, aclarar y explicar la Palabra es el privilegio mas grande que hay, es la obra mas grandiosa que cualquier persona puede hacer para el Reino de Dios. Jesús nos dio ejemplo de tener una actitud de predicar y enseñar donde quiera que estemos.
Predica y enseña la Palabra de Dios en todas parte donde tus pies han recorrido y recorrerán, pues ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian el Evangelio de lo que es bueno! (Rom 10:15)
Oración
Señor Jesucristo, tu nos has mostrado una actitud de predicar en todos los momentos de nuestras vidas, ayúdanos a ser valientes en aquellos lugares donde hemos estado apagado, callados, avergonzados y desanimados de regar la semilla de la Eternidad, ayúdame a enseñar y predicar en todo tiempo y todo lugar. Te lo pido en el nombre del Señor Jesucristo. Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario