Bienaventurado el
varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida,
Que Dios ha prometido
a los que le aman.
Cuando alguno es
tentado no diga que es tentado de parte de Dios,
Porque Dios no puede
ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado,
cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después
que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz
la muerte.
¿Qué es la tentación en sí? la tentación conforme a las
escrituras es un deseo, una atracción de la carne hacia las cosas del mundo a
los placeres temporales. Es un deseo que nubla nuestro entendimiento hasta
cegarlo, haciéndolo ceder al pecado y poniendo así una agonía y tristeza a
nuestro espíritu y una cadena a nuestra alma. Si nos damos cuenta de las
consecuencias, la única beneficiada es la carne, aparentemente en ese momento, cuando
caemos en la tentación sembramos consecuencias duras a nuestras vidas, desde
infinidad de aflicciones: desanimo, tristeza, actos pecaminosos, codicia,
avaricia, mentiras, robo, desobediencia, chismes, celos, lujurias, borracheras,
vicios, etc.
La tentación es un arma de Satanás, del mundo, y de nuestra
propia carne, es muy peligrosa para nuestra vida espiritual, es una barrera o
abismo que se antepone en el camino del cristiano hacia la obediencia a Cristo
y hacia la santificación, es una lucha constante en el cristiano, es una
atracción hacia la vida pecaminosa que teníamos atrás, es un león rugiente
buscando a quien devorar, ya que una vez que es acariciada en el corazón, produce
el pecado y este produce la caída y la caída produce la muerte, es interesante
pero primero se produce la muerte espiritual y luego todo tu mundo conocido se
desborona por las consecuencias funestas del pecado.
Quiero enfatizar bien claro que los
instintos de la naturaleza humana no son malos; porque Dios nos lo ha dado, pero
estos mismos instintos, a causa del pecado, se han convertido en nuestros
enemigos tanto el pensamiento, el miedo, el dolor, el gozo, el placer y muchos
otros más instintos fueron creados y diseñados por Dios para el bienestar del
ser humano, pero el objetivo de Satanas es otros y C.S Lewis lo dijo de esta manera: “Satanás
tiene como objetivo distorsionar cada placer y cada instinto del hombre”
(parafraseando al autor)
Lo que Dios puso en el hombre para capacitarlo y que viva, se ha convertido en
causa de la caída, el motivo es que el pecado todo lo enreda, de modo que unos
instrumentos tan útiles y necesarios pueden convertir en inconvenientes, es
decir, librarme de lo que me induce a pecar. El pecado ha pervertido al ser
humano, convirtiendo lo bueno en malo. Además, el pecado es destructor porque
destruye al hombre.
Solamente hace falta ver en que
lamentable estado se hallan muchas personas que se han hundido a causa del
pecado en el abismo de la droga o de cualquiera de los males de nuestra época. Inevitablemente, el pecado
conduce a la muerte ya que este es el objetivo.
Pero en Cristo tenemos
esperanza porque precisamente a raíz del pecado y sus consecuencias vino Cristo
al mundo para morir en lugar de los pecadores y salvarlos. La situación del
hombre es tan terrible que el mismo Señor nos dice nuestras condiciones como
pecadores en Romanos 3 nos explica la condición
de nuestros sentidos, alma y toda la naturaleza del hombre:
“No
hay justo, ¡ni uno solo!
No
hay quien tenga entendimiento.
No hay quien de verdad quiera conocer a
Dios.
Todos
han abandonado a Dios.
Todos se hicieron inútiles.
No
hay nadie que haga el bien.
¡Ni uno solo!
Su boca es un sepulcro abierto
Usan la lengua para engañar.
Lo
que dicen es como el veneno de una serpiente.
Su
boca está llena de maldición y amargura.
Están siempre listos para herir o matar;
Donde
quiera que van causan destrucción y tristeza.
No
conocen el camino que lleva a la paz.
No
les pasa por la mente tener respeto o temor de Dios.
Ahora
sabemos que lo que dice la ley es para los que tienen la ley. Se acabaron las
excusas, todo el mundo está bajo el juicio de Dios, porque nadie consigue ser
aprobado por actos de obediencia a una ley. La ley sólo nos muestra nuestro
pecado. Dios nos aprueba por medio de la fe, pero ahora Dios nos muestra lo que
anunciaban la ley y los profetas: la manera en que Dios nos aprueba no tiene
nada que ver con la ley, sino que tiene
que ver con la fe en Jesucristo. Dios aprueba a todo el que tiene fe en Jesucristo,
no importa quién sea. Todos pecaron y por eso no pueden participar de la gloria
de Dios. Dios, por su generoso amor, aprueba a todos gratuitamente. Es un
regalo de Dios hecho posible porque Jesucristo hizo lo necesario para liberarnos
del pecado.
Dios ofreció a Jesucristo para hacer posible, por medio de su
muerte, el perdón de los pecados. El perdón se recibe a través de la fe. Él
ofreció a Jesucristo como sacrificio para demostrar que él siempre es justo en
lo que hace. Lo demostró en el pasado cuando en su paciencia pasó por alto los
pecados de muchos, y también ahora al aprobar a todo aquel que confía en Jesús.
Entonces, ¿Hay alguna razón para estar
orgullosos de nosotros mismos? ¡No lo hay! ¿Por qué razón? Por razón de fe y no
por cumplir la ley. Por eso decimos que uno es aprobado por la fe y no por
cumplir la ley”.
Es tan terrible el pecado en el hombre
que el Hijo de Dios tuvo que sufrir y morir en una cruz para librarnos de
nuestra maldad y darnos la vida eterna, y nosotros poder retornar a una naturaleza Adanica pero en Cristo.
Ciertamente, no debemos cometer pecado
con nuestros pensamientos, pero ¿lo tenemos en el corazón? ¿Está plasmado en
nuestra mente? ¿Nos gusta? Dios no quiere que ninguno considere que estamos sin
pecado y nos sintamos satisfechos con nuestras vidas. Si nos sentimos
satisfechos de nuestra vida pensando que somos perfectos es que estamos
equivocados pues en 1 Juan 1:8 dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros” pero si pecamos concientemente e inconscientemente entonces 1 Juan 1:9 nos dice “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”. Debemos escuchar la enseñanza de Jesús y
examinar nuestros pensamientos, deseos e imaginación descansando en Su gracia y
Su misericordia, y si tenemos necesidad de ser limpios y confiadamente al Trono de la Gracia, pues el evangelio nos dice
que Cristo, inmolado y puro, ha tomado sobre sí nuestro pecados y culpas.
Cuando nos arrepentimos y creemos en él y su obra, nos limpia con su sangre y
cambia nuestro corazón.
Santiago 1:12 dice: Bienaventurado el
varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
La Palabra lo dice bien claro...somos bienaventurados,
dichosos, bendecidos, realizados, victoriosos cuando soportemos la tentación
del mundo y la tentación en nuestras propia concupiscencia, El por su sangre nos
ha hecho libres del poder del pecado para vencer las tentaciones:
1 Timoteo 2:11-13:
Palabra fiel
es esta:
Si somos
muertos con El, también viviéremos con Él;
Si sufrimos,
también reinaremos con El;
Si le negáramos,
Él también nos negara.
Si fuéremos
infieles, Él permanece fiel;
Él no puede
negarse a sí mismo.
Dios te bendiga por tu pregunta
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