Queremos llegar a los jóvenes y todo tipo de audiencia con la Palabra de Dios, queremos entrenar a líderes con el fin de dotarlos de las herramientas necesarias para que lleguen a ser más eficaces en sus vidas y en sus comunidades. Y así cumplir con la voluntad de Dios...“preséntate a Dios aprobado como obrero que no tiene de que avergonzarse que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
lunes, 16 de noviembre de 2015
¡Recuerda Esto!
¿Recuerdas tu frustración y tu desesperación antes de conocer a Cristo?
¿Recuerdas cómo te sentiste cuando el Señor sacó tus pies del fango y liberó tu corazón de la carga de tus pecados?
¿Tienes presentes las ocasiones en las cuales Dios te mostró su misericordia y te proporcionó grandes favores y respuestas a tus oraciones?
Nuestra tendencia de olvidar las bondades del Señor para con nosotros día y noche puede ofuscarnos justo en el momento cuando nos encontramos en pruebas y necesitamos fundamentar la fe en el carácter de Dios y en el gran amor que nos ha mostrado en muchas ocasiones a lo largo de la vida. A Dios le importa mucho que registremos y recordemos sus beneficios, su perdón y su liberación, para poder enfrentar nuevos desafíos con fe y buen ánimo.
Escuchemos al salmista David que exhorta a su propia alma a tener presente las evidencias de la bondad de Dios para con él en el Salmo 103:
Alaba, alma mía, al SEÑOR,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él perdona todos tus pecados
y sana todas tus dolencias;
él rescata tu vida del sepulcro
y te cubre de amor y compasión;
él colma de bienes tu vida
y te rejuvenece como a las águilas.
Desde la antigüedad Dios ha querido que su pueblo recordara las muchas evidencias de su cuidado constante y fiel. Al terminar Israel de pasar cuarenta años de peregrinación en el desierto Dios quiso refrescar su memoria por medio de unas exhortaciones que encontramos en Deuteronomio 8:1–9:
1 Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando, para que vivas, te
multipliques y tomes posesión de la tierra que el SEÑOR juró a tus antepasados.
2 Recuerda que durante cuarenta años el SEÑOR tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos. 3Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del SEÑOR. 4Durante esos cuarenta años no se te gastó la ropa que llevabas puesta, ni se te hincharon los pies. 5Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el SEÑOR tu Dios te disciplina a ti. 6Cumple los mandamientos del SEÑOR tu Dios; témelo y sigue sus caminos.
7Porque el SEÑOR tu Dios te conduce a una tierra buena: tierra de arroyos y de
fuentes de agua, con manantiales que fluyen en los valles y en las colinas; 8tierra de trigo y de cebada; de viñas, higueras y granados; de miel y de olivares; 9tierra donde no escaseará el pan y donde nada te faltará; tierra donde las rocas son de hierro y de cuyas colinas sacarás cobre.
Nos conviene aprender las lecciones que en este pasaje de las Escrituras Dios quiere hacer recordar a Israel. Primero les presenta las razones de las pruebas y dificultades que habían experimentado. Era necesario conducirlos por experiencias que sirvieran para humillarlos, para que descubrieran lo que había en su corazón. Si la vida no nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, ¿para qué sirve? Precisamos descubrir nuestras propias debilidades y vulnerabilidades, para que tengamos conciencia de nuestra gran necesidad de la gracia de Dios. El apóstol Pablo llegó a dar gracias a Dios por el aguijón que le causó tanta molestia… una vez que entendió que era por medio de esa espina que Dios le pudo suministrar la gracia tan esencial para su vida. Pregunto: ¿Estamos aprendiendo lecciones importantes de las pruebas que nos toca vivir? ¿Estamos conscientes de nuestra necesidad de humillarnos en la presencia de Dios, a fin de recibir su gracia y las expresiones de su bondad y amor para con nosotros?
Moisés llama a Israel a recordar la maravillosa provisión del Señor. Durante cuarenta años en el desierto no le faltó nada: ni comida, ni ropa ni protección de los males climáticos ni de los que quisieran hacerles mal. ¡Ni se les gastó la ropa ni los calzados durante cuarenta años! ¡Qué evidencia maravillosa de la fidelidad del Señor!
Si quieres alegrarte en cualquier momento, comienza a pensar en las ocasiones cuando el Señor haya intervenido en tu vida y en la familia para proveer sus necesidades y encaminarlos en la senda de su gracia y su bondad. Tal como dijo el salmista David: «No olvides ninguno de sus beneficios».
Finalmente, Dios pone delante de su pueblo grandes promesas para el futuro. Afirma que los va a introducir a una tierra rica que tiene todo en abundancia. Por supuesto, tendrán que trabajar la tierra, cavar los pozos. Pero el mismo trabajo alegra el corazón cuando se ven buenos resultados.
Podemos tomar ánimo también de la firme disposición del Señor de guiarnos por sendas prometedoras si nos dejamos llevar por su buena mano, tal como afirma el texto de Proverbios 4:18:
La senda de los justos se asemeja
a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
hasta que el día alcanza su plenitud.
Activemos entonces, hermanos, nuestra memoria de las bondades del Señor, para que nos animemos con su gran fidelidad. ¡Lo mejor está por delante! ¡Aleluya!
PARA PENSAR Y CONVERSAR
• ¿Con qué experiencia importante te ha mostrado Dios su gran fidelidad?
• ¿Cómo puede servir esa memoria para alentarte en medio de las pruebas y dolores?
• ¿Qué expectativas tienes del plan de Dios para tu vida de aquí en más?
Tomado de:
Orville E. Swindoll
swindoll@att.net
www.orvilleswindoll.com
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