miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Gallinita Roja

Había una vez una gallina roja llamada Marcelina, que vivía en una granja rodeada de muchos animales. Era una granja muy grande, en medio del campo.
En el establo vivían las vacas y los caballos; los cerdos tenían su propia cochiquera, los gansos y muchos animales. Había hasta un estanque con patos y un corral con muchas gallinas. Había en la granja también una familia de granjeros que cuidaba de todos los animales. Un día la gallinita roja, escarbando en la tierra de la granja, encontró un grano de trigo.
Pensó que si lo sembraba crecería y después podría hacer pan para ella y todos sus amigos.
-¿Quién me ayudará a sembrar el trigo?, les preguntó.
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo tampoco, dijo el perro.
- Muy bien, pues lo sembraré yo, dijo la gallinita.
Y así, Marcelina sembró sola su grano de trigo con mucho cuidado. Abrió un agujerito en la tierra y lo tapó. Pasó algún tiempo y al cabo el trigo creció y maduró, convirtiéndose en una bonita planta.
-¿Quién me ayudará a segar el trigo?, preguntó la gallinita roja.
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, si no me queréis ayudar, lo segaré yo, exclamó Marcelina.
Y la gallina, con mucho esfuerzo, segó ella sola el trigo. Tuvo que cortar con su piquito uno a uno todos los tallos. Cuando acabó, habló muy cansada a sus compañeros:
-¿Quién me ayudará a trillar el trigo?
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, lo trillaré yo.
Estaba muy enfadada con los otros animales, así que se puso ella sola a trillarlo. Lo trituró con paciencia hasta que consiguió separar el grano de la paja. Cuando acabó, volvió a preguntar:
-¿Quién me ayudará a llevar el trigo al molino para convertirlo en harina?
- Yo no, dijo el pato.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Muy bien, lo llevaré y lo amasaré yo, contestó Marcelina.
Y con la harina hizo una hermosa y jugosa barra de pan. Cuando la tuvo terminada, ella horneo cinco panes y los sostuvo en alta para que sus vecinos los vieran. Todos querían pan. De hecho, exigieron que les diera.
-No –dijo la gallinita roja-.yo puedo comerme los cinco panes.
-exceso de producción!-grito el Pato
-¡Sanguijuela capitalista! –voceo el gato
-¡Demando igualdad de derechos!-grito el perro
El ganso solo gruñía. Entonces los demás rápidamente pintaron letreros y marcharon por los alrededores gritando obscenidades.
Llego un agente del gobierno y le dijo a la gallinita roja:
-No debes ser tan glotona.
-Pero yo me gane el pan –dijo la gallinita roja
-Exactamente-manifestó el agente-, estas son las maravillas del sistema de libre empresa. Todos en este corral pueden ganar tanto como quieran. Sin embargo, bajo las regulaciones gubernamentales, los trabajadores que producen deben dividir su producto con los haraganes.
Después de eso todos vivieron felices. Pero los vecinos de la gallinita roja se preguntaron por que ella nunca volvió a hacer pan.

Los líderes debemos asegurarnos de que nuestra gente no se sienta como las gallinas roja. No debemos ser como el agente del gobierno. Debemos brindar reconocimientos positivos y animo a los productores, y debemos ser cuidadosos de no recompensar a los haraganes. Eche una mirada a quienes diriges. Motiva a quienes producen. 
¿Con quien te identificas? ¿Cual crees que es tu pensamiento a la hora de actuar? 
!No es un asunto de estar en el espiritu con el equipo, tambien hay que poner el cuerpo!

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