La interpretación de las Escritura
Como todo estudiante de la Biblia
es necesario tener bien en cuenta la
correcta interpretación de las Escritura. Todos estamos llamados a leer y a escrudiñar las escrituras, esto nos lleva
a la interpretación, pero no necesariamente a la buena interpretación. Todos
estamos condicionados a nuestros pensamientos, cultura, época y prejuicios, los
cuales nos llevan a interpretar las Escritura de una manera particular y no desde
el punto de vista del autor de las Escritura. Para poder hacer una buena
interpretación de cualquier escrito es necesario desmontarnos de todo prejuicio
cultural, doctrinal e intelectual porque el fin de una buena interpretación consiste en entender lo que el mismo autor inspirado quiso decir.
Durante el período
inmediatamente posterior a la Reforma se hizo evidente que el protestantismo no
había hecho desaparecer por completo la vieja levadura, pues aunque se
mantuvieron sólidos entorno al principio de "La Escritura se interpreta
por la Escritura", y rehusaron someter su exégesis al dominio de la
tradición eclesiástica y a las doctrinas formuladas por los Papas y Concilios,
cayeron en un grave peligro que perdura hasta hoy: el de guiarse por los
principios confesionales de cada denominación.
Aquí empezó propiamente una
especie de "Edad de las Denominaciones". Cada ciudad, cada iglesia, cada concilio, cada junta misionera, cada ministerio importante
quería tener su propia confesión de fe. Este período de serias controversias
teológicas logró dividir al movimiento protestante en varias fracciones, hoy en día hay cientos de ellas; cada
una tratando de defender sus posturas teológicas apelando a la Biblia. La
exégesis vino a colocarse al servicio de las confesiones y doctrinas; y esto degeneró en una
simple búsqueda de textos de prueba. Las Escrituras eran estudiadas con el fin
de hallar en ella las verdades doctrinales abrazadas por cada confesión o
denominación, hoy en día la mayor preocupación consiste en que los miembros de las denominaciones están mas preocupados por el testimonio de sus iglesia que por la gente, dejando así la interpretación correcta de las escrituras. "La iglesia existe para servir a la gente, no para servirse ella misma"
El principio de la “Sola Escritura” no
puede ser tomado como pretexto para negar el ejercicio hermenéutico serio y
para leer la Biblia como un recetario de versículos para justificar cualquier
disparate doctrinal o práctica denominacional. El derecho al libre examen de la
Biblia exige la obligación al estudio serio y riguroso. La Biblia no puede
descansar en la ignorancia sino en el estudio, en el saber, en la búsqueda sincera de corazones sedientos por respuestas. No debemos
limitarnos a llevar la Biblia a todas las personas, sean o no educadas, sino
también debemos adiestrarlas para la lectura inteligente de la Palabra de Dios,
en el uso correcto de los instrumentos de análisis.
Frente a la tendencia de algunas confesiones
cristianas de limitar el acceso del pueblo al libro del Pueblo de Dios,
nosotros no podemos conformarnos con entregarle a ese mismo pueblo el Texto
Sagrado sin proporcionarles las herramientas indispensables para el estudio
respetuoso y serio, y fiel a sus propias exigencias de rigurosidad. Jamás el
libre examen puede ser tomado como excusa para ocultar la necesidad de una
hermenéutica que haga honor a la seriedad del texto bíblico. Es nuestra
responsabilidad enseñar la Palabra de Dios fielmente.
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